Lee con MUUUUUCHA atención esta historia, porque para conseguir la primera parte del hechizo deberás responder con gran sabiduría…
Cuentan que a un Dragón muy glotón siempre le rugían las tripas. Comía ovejas, vacas, caballos y todo lo que pillaba por el monte.
Un día encontró una muchacha vestida de blanco y brillantina, y como el Dragón no distinguía entre animales y princesas, allá que la raptó.
La sorpresa del Dragón fue ver que la muchacha, en vez de mugir como las vacas o relinchar como los caballos, ¡hablaba!
Y no hablaba nada mal la Doncella, que tenía mucho miedo pero también era muy pilla. Y le dijo al Dragón:
– Si tienes hambre, mejor que comas caballeros y no Doncellas, que ya ves que tengo poca chicha- y continuó la princesa- Si ruges en el aire que me has capturado, mi padre el Rey mandará caballeros a rescatarme, ¡y podrás comértelos a todos!”
En realidad la Doncella pensaba que la glotonería e ignorancia del Dragón serían su perdición, porque los caballeros de su padre, además de valientes, iban armados hasta los dientes y eran duchos en batallas.
Y el primer caballero que se presentó fue el mismísimo San Jorge, que se presentó frente al Dragón, gallardo, valiente y con una lanza tan larga, tan larga, tan larga, que la pobre bestia se asustó y huyó a tierras lejaníiiiiiisimas, dejando a la Doncella olvidada en su cueva.
Así que gracias a la inteligencia, el saber y la valentía de la Doncella y San Jorge, en Aragón, ya no hay Dragón… o eso dicen.
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